Los peligros de la Psicología Pop

El presente opúsculo consta de 4 capítulos sobre la Psicología Pop: Peligros, Discurso, Orígenes y Divergencias. Aunque originalmente cada capítulo fue escrito para ser leído en prensa y por separado, he decidido unificarlos en esta única entrada. Veréis, por tanto, que todos tienen un misma estructura; una introducción, un desarrollo y una conclusión, y pueden, por ende, ser leídos de manera independiente.

PSICOLOGÍA POP: SUS PELIGROS

Perjuicios de la Psicología popular sobre la salud mental y relacional

La divulgación de la Psicología sufre una grave degradación debida, entre otros factores, al intrusismo y a su progresiva absorción por parte del mercado del entretenimiento. Con el presente documento quiero ayudar a identificar a la Psicología Pop y sus múltiples peligros.

La gota malaya

El campo de la Psicología ya venía torpedeado en las últimas décadas, por la miríada de advenedizos provenientes del campo empresarial, el espiritualismo, las terapias energéticas o el esoterismo, entre muchos otros. Con los años se ha ido forjando la idea de que en este ámbito hay carta blanca, y que todo es opinable y permisible. La pasividad por parte de las autoridades y estamentos representativos, no ha ayudado al respecto. En los últimos tiempos, aprovechando que la puerta ya estaba abierta, y socorridos por las plataformas de Internet, los nuevos apóstoles han llegado en tropel. Desde todas partes se lanzan mensajes con vocación transformadora. En muchos casos, este afán va más allá y nacen como setas canales especializados en dar consejos sobre como vivir y gestionar las dificultades psicológicas e incluso las psicopatologías. Como sabemos, para llegar a la gente en el océano de Internet, hay que llamar la atención, y eso se traduce, las más de las veces, en ofrecer el contenido que la gente quiere escuchar; simplificado, prometedor, distraído y de fácil deglución. Para lograr la fidelización del público debe publicarse mucho y de forma regular, aunque no se disponga del conocimiento, ni la experiencia suficiente en la materia tratada. Youtubers, instagramers, entrenadores del buen vivir, y demás personajes de la farándula psicoforme, han llenado las redes de recetarios insustanciales, cuyas aportaciones, cuando las hay, no compensan la enormidad de falacias y trastornos disociativos infundidos. Llegados a este punto, nos conviene asumir que las temáticas psicológicas están siendo adulteradas y engullidas de manera imparable. La voz y la función de la Psicología parece diluirse entre tanta puerilidad, y si no hacemos nada al respecto, corremos el riesgo de entrar en un periodo de supercherías y oscurantismo.

¿Qué es la Psicología Pop?

Somos bastantes los que convenimos que un término apropiado para definir estas corrientes de gran consumo es el de “Psicología Pop” o “Psicología Popular”. Y aunque no hay aún una definición consensuada, la mía sería la que sigue: Mezcolanza de ideologías y propuestas de transformación personal, influidas por las modas y los intereses de cada tiempo. Productos prometedores de rápida asimilación y así mismo, pronta excreción, cuyo éxito es determinado por el interés suscitado. Sus objetivos fundamentales: liberarse de los llamados estados “negativos” (tristeza, miedo, rabia, inseguridad…), conseguir lo que uno se propone, y ser feliz (sea lo que sea lo que cada uno entienda por esto último). El interés por la persona y por lo que siente, es solo un medio para conseguir otros fines.

En ausencia de un aval académico y experimental que las respalde, su sello de garantía es la poética del anhelo y la contundencia de las tautologías: “¿Quieres estar contento? sonríe”, “¿Quieres ser feliz? piensa en positivo”, “¿Tienes miedo? confía” “¿Estás preocupado? ocúpate”, “¿Sientes odio, celos o envidia?Ama”.

Aportaciones de la Psicología Pop

La Industria de la felicidad cotiza al alza, y para muestra un botón, Mr. Wonderfull, con sus azucarillos mentales y frases cuquis estampadas, facturó ¡30 millones sólo en el 2020! Según la compañía de información global The NPD Group, la categoría de libros de autoayuda ha experimentado un aumento continuo y sólido en los últimos años, y desde el 2013, las ventas unitarias de estos libros ha llegado a una tasa de crecimiento anual del 11%. Nuestra necesidad de ideas reconfortantes parece no tener límites.

Dada su popularidad, sería inmerecido despreciar por completo su función ¿Qué aportan?

Sus desideratas engarzan con los grandes anhelos humanos, y sus narrativas resultan frescas y a menudo fascinantes. Entre sus idearios hay vislumbres de otras maneras de vivir, y eso puede ayudar ensanchar miras. Muchas personas nombran que la literatura de la Psicología Popular, les han servido para interesarse por cuestiones que tenían aparcadas o directamente desterradas, y que han marcado un punto de inflexión en sus vidas. Las explicaciones simples para asuntos muy complejos, y la idea de alcanzar un control total sobre nuestras vidas y sentimientos, estimula y alienta a muchas personas. La ilusión de un dominio sobre lo que vivimos y sentimos, ayuda a sobrellevar mejor ciertos periodos de crisis, confusión e impotencia. Al escucharlos sentimos que hay alguien ahí que tiene problemas similares a los nuestros, que parece comprenderlos e intenta echarnos un cable, y esa experiencia tiene un efecto reconfortante y consolador.

La Psicología Pop actúa en definitiva, de modo muy similar al de la música Pop. Tonadillas ligeras, previsibles y de fácil asimilación; estribillos sugerentes que atrapan y calman nuestra mente durante un rato. Melodías que, dada su simpleza, todo el mundo puede cantar y componer. Convendremos eso sí, que si solo escuchamos música ligera, nuestro universo musical se verá empobrecido, del mismo modo, consumir únicamente este tipo de propuestas, depaupera la función de la Psicología y todo lo que tiene por aportar.

Para ayudar a a elegir con conocimiento de causa, detallaré a continuación diez de sus principales perjuicios sobre la salud mental y relacional.

Peligros de la Psicología Pop

1. Deriva disociativa

Teorías aparte, a la hora de la verdad, en estas prácticas todo apunta al deseo de “estar bien”, o como algunos dicen, a llevar siempre puestas las gafas de la felicidad. Los esfuerzos se centran en sentir únicamente aquello considerado bueno y positivo, y deshacerse de los estados considerados malos o negativos: miedo, inseguridad, confusión, tristeza… Esto conduce a la disociación interna, creando amputaciones psíquicas; por un lado aquello que deseamos, por otro lo que negamos. Lo atizan frases pseudobenevolentes del tipo“No estés triste, porque las lágrimas no te dejaran ver las estrellas” ono sientas miedo, porque éste es solo una ilusión de la mente. Sus repercusiones en la salud mental son nefastas, acentuando un sinfín de problemáticas y patologías, como por ejemplo, los trastornos narcisistas, maníacos, delirantes o psicóticos.

El fomento de la disociación psíquica, va justo en la dirección opuesta de lo que la Psicología debería facilitar: la atención y la integración de los diferentes aspectos del ser.

2. Tensión, presión y culpa

La distancia entre aquello a lo que aspiramos, y aquello que realmente sentimos o está a nuestro alcance, aumenta la disonancia cognitiva. Esa distancia crea tensión y presión. La culpa en este escenario no suele tardar en aparecer; “Sé que no debería sentir eso, pero vuelvo a estar donde siempre. Me da mucha rabia. Me odio”.

3. Hiperactivación mental

Dado que, según ellos, el origen y la solución a todos los problemas y malestares pasa por “pensar correctamente” (es decir, según sus decálogos), cada vez que aparece un desasosiego se activa una alarma y la cabeza se sobreactiva y busca, a la desesperada, soluciones para intentar mantener en pie las paredes de un castillo hecho de arena.

La propuesta de intentar calmar los pensamientos con otros pensamientos, tiene un efecto limitado, y en la mayoría de los casos es como intentar apagar un incendio echando gasolina. Conduce a una mórbida obesidad psíquica; a una hiperactivación mental que puede acabar comportando, entre muchos otros, problemas psicosomáticos, trastornos de la ansiedad, y colapsos nerviosos como las crisis de pánico.

4. Adicción

Como el efecto calmante de estas fórmulas es efímero, hay que alimentarlas y consumirlas constantemente. Al igual que sucede con el resto de adicciones y sus circuitos dopamínicos, suelen tener un pico inicial llevado por la euforia de creer haber llegado a una solución o gran comprensión, seguido de un estado de frustración, decepción y vacío. El repunte de la ansiedad, reactiva la necesidad de consumirlas y reinicia el círculo vicioso.

5. Desprecio por la persona

En este tipo de prácticas, el interés por conocer a la persona es de naturaleza utilitarista, es decir, un medio para conseguir las metas y objetivos prefijados. Reina un doble mensaje, por un lado se habla de la importancia de conocerse a uno mismo, por el otro, los esfuerzos se orientan a los propósitos internos o externos ¿Qué recoge el paciente? Obviamente, no lo que se dice, sino lo que se hace. Esa implícita directriz marca después su día a día, enfrascándolo en una constante búsqueda de lo que anhela y le falta. En este escenario, la culpabilización, el menosprecio y la violencia encuentran siempre sus justificaciones.

La Psicología Pop se enfoca en que la persona se sienta “bien”, la Psicología en que se “sienta”, es decir, a que se conozca y decida después, en consecuencia. Ambas propuestas llevan por caminos diferentes, a menudo, opuestos.

6. Folie a Deux o locura compartida

Cuando los ideales de uno mismo han colonizado la esfera psíquica, las relaciones pasan a ser tejidas por la coincidencia ideológica, las complicidades y las alianzas. El proselitismo pasa a ocupar un lugar dominante en sus interacciones. Embutir idearios cumple una doble función: por un lado autoconvencerse, por el otro, buscar reconocimiento. Cuando, sobre esta base, se añade la dependencia afectiva, el terreno queda servido para los estados confusionales y la incapacidad para disentir y pensar de manera independiente. Ese es, de hecho, el sustrato de los grupos sectarios, y el caldo de cultivo para la denominada Folie a Deux o locura compartida, en la que todos los miembros comparten el mismo tipo de delirios y en ciertos casos, incluso, las alucinaciones.

Si la vida social se sustenta alrededor de estas confluencias ideológicas, o si las personas han montado su modus vivendi a través de ellas, convirtiéndose por ejemplo en divulgadores, maestros o gurús de las mismas, el proceso de desintoxicación resulta aún más complicado.

7. Egocentrismo y empobrecimiento relacional

En este tipo de propuestas se potencian los procesos de individuación, lo cual consistiría, según la teoría junguiana, y en el mejor de los casos, en la capacidad del individuo de distinguirse y separarse del resto. A la hora de la verdad, esta búsqueda se centra en sentirse “especiales” y “merecedores”, y en crear una especie de burbuja de invulnerabilidad, donde lo que les digan o hagan no les afecte. Actitudes egocéntricas propias de la edad infantil, se elevan a estandarte con afirmaciones del tipo “soy especial, y la vida me dará lo que pida, porque yo lo merezco”. El bienestar es contemplado como un derecho, y su ausencia una injusticia, que justifica, llegado el caso, el empleo de la violencia en sus muy diversas y sutiles formas. Llevados por la suspicacia contra todo aquello que se estima, está coartando su derecho a ser feliz, los trastornos paranoides quedan abonados (“el mundo está lleno de vampiros energéticos que intentan robarnos la energía”).

En la Psicología los procesos de individuación son contemplados como una fase necesaria, previa al despliegue de la sociabilización y la consolidación de la autonomía. En la Psicología Pop, dada su latente negación y desconfianza hacia la persona, este proceso de individuación no llega a realizarse, quedándose en un amago en el que se refuerzan las defensas e identificaciones de rol.

8. Irresponsabilidad ética e indolencia frente a la violencia

El relativismo moral que se invita las personas a racionalizar y situarse por encima del bien y el mal, tiene unas repercusiones éticamente devastadoras. El siguiente discurso es un ejemplo palmario; es de un exponente de este tipo de corrientes, hablando en un medio público, en nombre de la Psicología:

Tendríamos que tener muy claro que en realidad no deberíamos perdonar jamás. Porque en realidad no hay nada de lo que perdonar. Desde un punto de vista psicológico, lo que nosotros hemos de trabajar es que no nos afecte lo que los demás hacen sobre nosotros. (…) Tampoco es tan importante que alguien te pegue un tortazo, ¡pues mala suerte! Pero no es el fin del mundo, solo te afecta a ti, si tú terribilizas sobre las cosas (…) Es importante que cuando alguien te haya hecho una mala trastada, le tengas muchísimo amor. Yo le llamo “lanzamiento de rayos de amor” (…) Intenta, aunque solo sea mentalmente, ser su amigo, porque eso va a calmar mucho tu corazón, y va a hacer más fácil el perdón (…) Lo mejor es perdonar a todo el mundo sobre el planeta. No te guardes ni una sola persona. Yo creo, que por ejemplo, Hitler era una persona a la que tenemos que tener completamente aceptación incondicional y lanzarle amor. Es cierto que esa persona estaba loca, pero su potencial era maravilloso.

Entrevistadora: ¿Hay algo imperdonable en la vida? Yo creo que no. Todo es perdonable, porque todos somos fallones, pero todos tenemos en el fondo una capacidad de amor increíble. Además a fin de cuentas, dentro de nada vamos a estar todos muertos, incluso un día el planeta desaparecerá, o sea, no hay nada realmente demasiado grave. Y por otro lado, necesitamos tan poco para ser felices… solo el agua y la bebida del día, por lo que, en realidad, nada es tan importante. Si nosotros queremos, prácticamente nada puede hacernos daño”.

La Psicología Pop reempaqueta con lazo de oro, la perversa semilla del fascismo, haciendo prevalecer lustrosas creencias y anhelos, por encima del sentir y la dignidad humana. Fulminar la ética situándose en una esfera metafísica capaz de relativizar y justificarlo todo, impide identificar y responder debidamente frente a la malicia y el abuso, tanto a la ajena como a la propia. Fomenta la indolencia, y encubre la inadmisibilidad de cualquier tipo de violencia, obstruyendo la posibilidad de que cada uno encuentre su propia y digna respuesta frente a ella.

9. Riesgo para los menores y personas emocionalmente vulnerables

Las personas que no tienen criterio suficiente para contrastar ideas, como los menores, o aquellos que se hallan estados en situaciones de vulnerabilidad y desesperación, son los que corren un mayor riesgo de verse atrapados por las perversas dialécticas de la Psicología Pop. La adhesión ideológica, en estos casos, está más influenciada por el tono y la manera de transmitir, que por lo transmitido. A menudo se buscan referentes que demuestren seguridad y que tengan carisma, de ahí el enorme éxito actual de los influencers. Su popularidad no depende de la calidad de su contenido, sino de su personalidad y buen manejo del discurso y el lenguaje audiovisual. Cuando el primer señuelo ha surtido efecto, estos colectivos tienen muchos números para que les embutan todo aquello que sintonice con sus anhelos y preocupaciones. La mercadotecnia algorítmica se encarga del resto. Un día miras un video de un gurú de moda que te promete la felicidad en cuatro días y medio, al siguiente te sugieren otros, y a la semana, todo lo que ves es contenido de éste y sus afines. Este tipo de corralitos se tornan en auténticas trampas digitales, cuando los protagonistas no tienen la experiencia ni la perspectiva suficiente para discriminar los planteamientos serios, de la charlatanería.

10. Pérdida de confianza en la ayuda de la Psicología

En este caso, el peligro no viene tanto de lo que se hace, sino de lo que deja de vivirse. Los que han probado sin éxito muchas de estas propuestas psicoformes, corren el riesgo de perder la confianza en la Psicología propiamente. Conllevando que, personas que necesitan una ayuda profesional no la pidan, presos de la decepción y las malas experiencias previas, y vivan el resto de su vida privándose a sí mismos, de tratamientos psicoterapéuticos adecuados y consistentes.

Tomar cartas en el asunto

Como hemos visto, los peligros de la Psicología Pop son muchos y graves. Este no es un tema menor sino una cuestión de salud mental de primer orden, que está engendrando y agravando muchas problemáticas y psicopatologías. Ha llegado el momento de tomar cartas en el asunto.

Subvertir la realidad para amoldarla a nuestros intereses, conduce indefectiblemente a la violencia y a la locura. Ciertamente, estas perversas dialécticas no maman únicamente de la Psicología Pop; nuestra cultura está embebida en ellas, pero ello no justifica que se les dé amparo y no se cuestione a aquellos que hacen de ellas su negocio, igual que no justificaríamos la acción de un traficante, porque la demanda de droga esté a la orden del día. Y al igual que estamos siendo capaces de poner coto a muchas ideologías discriminatorias, fundamentalistas y supersticiosas, es importante que encaremos esta cuestión con la misma determinación, valentía y responsabilidad social; aunque eso suponga, renunciar a aquellos ideales reconfortantes, que desde un fuero un tanto infantil e inmaduro, una parte de nosotros aún desea mantener.

La carcoma de nuestros tiempos es la frivolidad. Si queremos ir más allá de la dictadura de la frivolidad, necesitamos aprender a distinguir la palabrería de las propuestas serias. Necesitamos líneas rojas y llamar a las cosas por su nombre.

Abogar para finalizar, a la responsabilidad de los medios de comunicación, invitándoos, a reflexionar sobre lo que amplificáis, porque, aunque todos somos conscientes que la ley de la demanda y la oferta mueve los hilos de la economía, también sabemos, y girar la cabeza sería un acto de irresponsabilidad, que lo que la gente pide no es siempre lo que la gente necesita. Apelar también, a la atenta y honesta autorevisión de los profesionales que nos dedicamos al campo de la salud, así como a los órganos académicos, colegios oficiales y comisiones deontológicas que representáis. Si hay que debatir más, debatamos, porque es la mejor manera de avanzar en este proceso de humanización del que todos formamos parte, y porque si queremos que nos tomen en serio debemos ponernos serios.

PSICOLOGÍA POP: SU DISCURSO

Fórmulas y recursos narrativos más habituales

Si este fuera un escrito con vocación viral tal vez debería ser titulado como “Mentes dementes”, “Psico qué?”, “psicofails” o directamente, “¡mátame camión!”. Crear un buen cebo de clicks, es hoy en día el primer e ineludible mandamiento comercial. Y a esta primera argucia le suelen seguir una retahíla de artimañas para seguir atrapando la atención del consumidor. Y si hemos dado por bueno un engaño premeditado, como acostumbra a ser el clickbait, porqué no vamos a seguir queriendo más cucharadas de la misma sopa. Que la manera de presentar el plato sea amena y hasta divertida, es de agradecer. El problema no es ese, sino aceptar y colaborar en una subversión de la realidad para que se amolde a nuestros deseos. Es por ello que, para empezar este apartado, quería hacer notar que la superficialidad de la Psicología Popular, no hace sino atender una inmadura demanda general de soluciones fáciles y rápidas para asuntos complejos. Asuntos que requieren de un nivel de determinación, honestidad y compromiso, que la mayoría, por el momento, parece no estar dispuesta a asumir.

Hay oferta porque hay demanda, y hay demanda porque hay oferta. Y esto sólo cambiará si los profesionales, padres, educadores, medios de comunicación, y todos los que de un modo u otro, nos sentimos implicados, encendemos nuestras lámparas en estos contextos de oscurantismo.

A continuación, detallaré algunas de las fórmulas habituales en los discursos de la Psicología Pop, contraponiéndolos, con los que deberían estar en el corazón de cualquier corriente formal de Psicología.

No hay diálogo sólo discursos genéricos

Para empezar conviene notar que la Psicología Popular no trabaja sobre la base del diálogo sino sobre la del discurso. El acento no está puesto en escuchar y atender a las personas en aquello que les afecta, sino en dirigirlas hacia ciertos ideales y anhelos. Son frecuentes las respuestas precocinadas, las frases hechas y los aforismos. Y así mismo, un uso masivo de símbolos, metáforas y conceptos de naturaleza romántica, con significados subjetivos o muy abiertos a la interpretación de cada cual; el amor, la felicidad, la vida, el espíritu, la plenitud, la realización, la iluminación… Absortos por el impacto emocional que todos estos recursos y conceptos nos despiertan, a menudo pasamos por alto que la épica y la poética no validan en sí mismas, ni su veracidad ni su ética.

Cuando nos movemos por defecto en el terreno de la ambigüedad y las generalizaciones, corremos el riesgo de descuidar la comunicación cercana y personal. Cuando éstas últimas se eluden de forma sistemática, podemos empezar a sospechar sobre si realmente se conocen las bases del comportamiento humano, y hasta que punto se quieren conocer.

Cuando queremos conocer a las personas y ayudarlas a conocerse, conviene primar la calidad del diálogo y la concreción de los significados y sentimientos personales; cultivar la precisión por tal de saber que es lo que paciente quiere expresar, y que es lo que realmente ha entendido.

Trilerismo: Mezcla indistinguible de verdades y falsedades

Para que un argumento tenga una apariencia creíble, basta con mezclarlo con un hecho asumido como cierto. En sus cócteles, el secreto está, precisamente, en esa mezcla indistinguible entre verdades y conjeturas. La física cuántica, la neurología, la inmunología, la genética están actualmente de moda y son unos de los coadyuvantes ideológicos más socorridos en la coctelera de la Psicología Pop. Este es un anuncio de una terapia llamada “Liberación Genética o Desprogramación genético-emocional”, sus autores la definen del siguiente modo “es un método directo y muy efectivo que utiliza varias técnicas para eliminar las creencias limitantes y cambiar la percepción de emociones reprimidas y bloqueantes con la que logramos en pocas sesiones que el cliente logre el bienestar, tanto físico como mental. Si sientes que tu vida está en un callejón sin salida, te sientes desorientad@ o los conflictos se te repiten constantemente, éste es, sin duda, tu método. Con él vas a realizar una profunda transformación en todos los sentidos, incluso las dolencias y el malestar físico o emocional que te persigue va a desaparecer con la Liberación Genética

Al mezclar términos validados con figuraciones sin rigor, es fácil que el que desconoce la materia acabe dando el razonamiento por bueno, incapaz de discriminar la parte válida, de la panfletaria.

Señalar también, que haber vivido ciertos hechos, como una situación vital complicada o la superación de una enfermedad grave, tampoco valida per se las posteriores explicaciones causales y fórmulas curativas por parte de sus protagonistas. Los libros y los métodos apoyados en este tipo de correlaciones autovalidantes, son un campo floreciente, que cuando menos debe ser contemplado con prudencia, cuando las problemáticas atendidas son complejas, y las personas que se pronuncian no poseen la cualificación suficiente al respecto.

Incoherencias y contradicciones a la orden del día

Dado que las piezas de sus compendios ideológicos no suelen atender a un fundamento teórico, sino a la utilidad con la que éstas sirven al logro de sus ideales, las incoherencias y contradicciones acostumbran a estar a la orden del día. Lo podemos evidenciar por ejemplo, en cosas como afirmar que hay que ser uno mismo, y sermonear minutos más tarde, con todo tipo de decálogos y manuales de comportamiento; comulgar con la importancia de no juzgar, y menospreciar a renglón seguido a todos los que consideran poco conscientes, espirituales o evolucionados. O que no hay que etiquetar a las personas, pero basar sus propuestas en clasificaciones caracteriológicas esotéricas, astrológicas o psicologicistas. O promover la importancia de la escucha y el respeto, y soltar a continuación discursos fuera de contexto, enjuiciativos, o que nadie les ha pedido.

La coherencia exigible entre la teoría y la práctica, es una cuestión fundamental, y en este ámbito, dado lo mucho que hay en juego, más.

Promesas por doquier

Las promesas son el anabolizante de este tipo de discursos. La miel de sus tés y la sazón de sus cocidos. Actúan como si hubieran sido eximidos por adelantado de cualquier tipo de rigor y prudencia. La falta de coto a este tipo de embustes denota nuestra hambruna y falta de madurez. Llevados por la gustera que acaece cuando escuchamos lo que queremos oír, hacemos la vista gorda; como aquel que quiere beneficiarse de un negocio opaco y después, avergonzado, no se atreve a denunciar cuando ha sido estafado. Eso, claro está, no exime a los estafadores de sus negligencias.

Las promesas en este ámbito, no encuentran límites. Garantías de mejorar la salud, de curar enfermedades graves y hasta terminales, de sanar heridas pasadas, presentes y futuras, de cambiar el destino, de obtener la satisfacción en los afectos, la sexualidad, el trabajo, la abundancia material…

Este es un ejemplo extraído de una página de Internet: “Cómo cambiar tu vida en 30 días usando la Ley de la Atracción” y prosigue… “Incluye chequera para 30 días y salas de relajación virtual. Las personas que usen el Secreto crecerán en todos los aspectos. En él se revela la formula exacta para adquirir: Éxito, riqueza, salud, fama, fortuna, amor, y todo lo que podamos desear. Cómo cambiar tu vida en 30 días usando la Ley de la Atracción está disponible para “descarga inmediata” y tiene un coste de $39.90”.

En el ámbito de la salud mental y las relaciones, están implicados un sinfín de factores sistémicos, y todo reviste de gran complejidad. Los cambios a estos niveles dependen, en último término de cada persona, y escapan del control de cualquier profesional. Cuando estos copan sus discursos con promesas conviene empezar a poner en duda su comprensión real sobre la materia.

Producto estrella nº1: La felicidad

El concepto felicidad reúne dos hechos cuando menos contradictorios, ser un término extremadamente ambiguo, y tener, a su vez, millones de publicaciones asociadas con supuestas fórmulas infalibles para lograrlo. Sería lógico deducir, por tanto, que más que una experiencia concreta, el término no sea más que un condensador de deseos y expectativas. La felicidad se ha ido imponiendo como producto de moda de la mano del márketing, que ha hallado en él un infalible cebo de efecto universal; y también por supuesto, la Psicología Pop, que lo ha convertido en su inagotable teta proverbial. Entre todos, el concepto de la felicidad se ha ido moldeando hasta convertirlo en una especie de bien intangible alcanzable y “merecible”, que a estas alturas ya no es opción sino obligación.

La Psicología en vez de inflamar este tipo de derivas, tiene otras funciones hacia las que orientarse. La principal de ellas, conocer a la persona y ayudarla a conocerse. Y en este sentido resultan mucho más prolíficas, humanamente hablando, hacerse preguntas como: ¿Qué entiendo yo por felicidad? ¿Por qué es tan importante para mí estar de una manera concreta? ¿Porqué juzgo, rechazo o no soporto ciertos estados y emociones en mí y en los demás? ¿Quiero sentirme, o solo sentirme bien? ¿Valoro el hecho de estar vivo y ser persona con todo lo que ello conlleva?

Producto estrella nº2: El control sobre la propia vida

Si hubiera que destacar una obsesión compartida por el común de los mortales, esa bien podría ser la que profesamos por el deseo de control. Mediante este estado de hipervigilancia intentamos mantener erguidos los pilares de nuestros a menudo precarios, sentidos identitarios. Nos orientamos hacia aquello que los refuerza y evitamos todo aquello que los pone en cuestión. Cuando la estructura se tambalea aparece el miedo a al descontrol, al caos, a la locura o incluso a la muerte. Sobre estos atávicos temores, la Psicología Pop hace su agosto. Sus propuestas apuntan siempre a estas inseguridades, prometiendo directa o indirectamente una mayor capacidad de control; lo hacen por ejemplo, garantizando a sus practicantes un portentoso dominio de la realidad, de los impulsos, las emociones y los pensamientos. Este es un ejemplo extraído de un decálogo sobre el pensamiento positivo: “Condiciona tu mente subconsciente con pensamientos positivos conscientes. Nada sucederá en tu vida mientras no lo quieras, y una vez fijada esa idea en tu subconsciente, no hay límite para la meta que uno se programe. Si perseveras y eres constante en tus anhelos, los lograrás dado que eres capaz. No hay límites ante ti, los límites los pones tú mismo. Amplíalos desde ya, cada día más. Usa dos palabras mágicas: puedo y quiero. Puedo ser mejor, quiero ser mejor. La única guerra es contigo mismo. El único rival eres tú mismo. La única persona a la que debes vencer es a ti mismo. Véncete eliminando con el pensamiento positivo reiterativo la preocupación”.

No es que es que “sentir que llevamos las riendas de nuestra vida” sea algo problemático en sí mismo, sino que al nivel al que solemos demandárnoslo es imposible. Estos megalómanos planteamientos refuerzan la identificación disociativa, y sepultan el establecimiento de un principio de realidad y de una adecuada gestión de los límites y las frustraciones. Van por tanto, en una dirección opuesta a la función de la Psicología.

Palancas para el cambio nº 1: Pensar correctamente

Para muchos de estos planteamientos el razonamiento está en la cima de la pirámide. Para ellos, el sufrimiento es fruto de una errónea forma de pensar, y para solucionarlo hay que enseñar a las personas a pensar correctamente.

Que los pensamientos se ven alterados cuando estamos en una espiral de malestar es evidente. No es de recibo concluir sin embargo, que todo el que se encuentra en este tipo de trance tenga una problemática mental, ni tampoco que el origen de su sufrimiento resida en una incorrecta manera de pensar. A menudo, lo que vemos en la azotea sólo es el humo, no el fuego, y éste puede quemar por un cuerpo dolorido y un corazón endurecido, por heridas mal curadas, necesidades desatendidas, desconfianzas lastradas, sentimientos desterrados, afectos negados, comunicaciones precarias que prolongan malentendidos e imponen distancias, por falta de conocimiento y responsabilidad sobre las necesidades, sobre los deseos, sobre la propia violencia …

Determinar que el origen de todos nuestros malestares psíquicos y emocionales residen en el hecho de tener pensamientos erróneos, denota una preocupante falta de comprensión tanto de las dinámicas internas, como de los factores psicosociales y culturales implicados; un falaz reduccionismo alejado de una visión sistémica de conjunto.

Palanca de cambio nº 2: Automotivación y cambio de actitud

El lema estrella de la Psicología Popular es, «Si tú quieres, puedes». Libros grandilocuentes y guías hipermotivados hacen su agosto gracias a este tipo de panacea universal.

La idea de que es posible sentirse diferente cambiando simplemente la actitud, cala porque hay algo de cierto en ella. Cambiar el estado de ánimo manteniendo una actitud positiva es posible… a veces. ¿Quién no ha tenido un mal día, y aún así, ha conseguido olvidar el mal rollo haciendo algo agradable? Problemas en el trabajo, la inesperada derrama de la comunidad, la cita que esperábamos y no se a presentado, aquel comentario de mal gusto… pero te pones a ver una buena serie, vas a tomar una cerveza con los amigos o a correr, y de pronto, el mal rollo y a los problemas parecen haberse desvanecido. La mayoría de las propuestas de la Psicología Pop explotan este recurso motivacional. Ahora bien, centrarse en este recurso como único motor de transformación, diluye la complejidad humana, porque si bien es cierto que puede servir para ciertas cuestiones, no es así para otras, y puede acabar provocando el efecto contrario; parálisis, sentimientos de impotencia, desprecio, culpabilidad.
Hay que entender que las problemáticas humanas pueden ser de fondo o de forma, impulsadas desde fuera -exógenas- o desde dentro -endógenas-; pueden ser debidas entre muchos otros factores, a problemas de aprendizaje, a compensaciones de carencias afectivas, a dificultades en la gestión de los límites y la frustración, o falta de registros de relación… las posibilidades son muchas, y hay que tener claro que no es lo mismo cambiar de lugar la paja que mover el palo del pajar. Para problemas puntuales o transitorios, intentar un cambio de actitud tiene un cierto sentido, para otros, más persistentes y arraigados al carácter, poco o ninguno.

Muchos de nuestros padecimientos están relacionados con la falta de sensibilidad hacia las necesidades afectivas, y con el deficiente acompañamiento recibido en la construcción de nuestra autonomía durante el proceso de desarrollo. Cuando las problemáticas se originan en este tipo de heridas, no tiene sentido volver a forzarse a hacer, sentir o pensar de tal o cual manera. Volver a golpear otra vez con el martillo de la intransigencia no ayuda, nos blinda aún más. Cuando las dificultades provienen de estas zonas, conviene introducir ante todo, la semilla de la escucha y el respeto. Y sí no podemos o no sabemos, lo mejor sería abstenerse.

Discursos inquebrantables y omnipotentes

Sus oratorias suelen ser llamativas, se transmiten con vehemencia, seguridad y sin fisuras. Las dudas no parecen tener cabida en ellos, es como si lo supieran todo, de todo. Y esa apariencia de seguridad crea un poderoso efecto magnético; atrapa nuestra atención, movilizando circuitos biológicos similares a los experimentados durante un enamoramiento. Este tipo de dialécticas son unas de sus claves del éxito, como lo es y lo ha sido para todo tipo de populismos a lo largo de nuestra historia. “Cada uno de los grandes momentos de este mundo debe su grandeza a grandes oradores”, decía Hitler, y sabía de lo que hablaba, capaz de movilizar a un país entero en pos de… la conquista del mundo. “Nunca te compares con los demás porque si lo haces, te estás insultando a ti mismo. La vida no perdona la debilidad. Los obstáculos no existen para rendirnos ante ellos, existen solamente para romperlos. Si quieres brillar como el sol primero debes arder como él”. Son algunas de sus célebres frases motivacionales, con similitudes más que razonables con las actuales arengas que suenan en muchas de las propuestas de la Psicología Pop.

La profunda atracción de los humanos por este tipo de oratorias, nos permite entender también, porque tantas veces son encumbrados como referentes o líderes, personas con un pie e incluso los dos, dentro de la psicopatología; personas que confunden de plano “su realidad” con “la realidad”, y cuya megalomanía les hace carecer de todo sentido de la mesura y el decoro. La locura, cuando se mezcla con el narcisismo y unas buenas dotes para el marketing, confiere una apariencia de seguridad absoluta y sobrehumana. Recomiendo en este sentido documentales como “Wild Wild Country”, “Kumare” o “Bikram: yogui, gurú, depredador”.

Por contra, una de las funciones primordiales de la Psicología es, precisamente, ayudar a convivir con la inseguridad y la incertidumbre, puesto que ambas experiencias son connaturales de la vida.

Desprecio encubierto hacia las personas y las relaciones

En la Psicología Pop el objetivo es el Auto-conocimiento, la auto-realización, el auto-desarrollo. El conocimiento de las personas es un medio para lograr los propios fines. Las relaciones son, según ellos, oportunidades para “aprender, crecer y superar las pruebas que la vida nos pone”. Conviene notar que tras estas ideas de apariencia benevolente, se halla un planteamiento de naturaleza utilitarista; es decir, que no se valoran las personas y las relaciones por sí mismas, sino por el uso personal que de ellas puede extraerse. El valor no está puesto en lo humano, sino en la grandeza de los objetivos marcados. Eso es algo que no siempre es fácil de detectar en sus teorías; sí lo es, sin embargo, en una lectura más atenta de sus discursos y prácticas. Cuando el comportamiento no se ajusta al ideal, la culpabilización y el menosprecio siempre acaban saliendo a la palestra. Este es un fragmento representativo, expresado por uno de sus exponentes, en una televisión pública:

«No hay que preocuparse por la gente, porque en realidad la gente tiene que estar siempre bien, tiene que estar siempre feliz, porque la vida es para ser superfeliz, es un chollo. Cuando nos preocupamos es por tonterías que nos metemos en la cabeza, y oye tú! Si te las metes mala suerte, pero no tienes razón, por tanto no me siento mal por ti ¡Espabila y punto!

Todas las preocupaciones de la gente son por tonterías, porque en realidad tendríamos que ver la vida con alegría y amor siempre; por tanto, es verdad que la gente se amarga a veces por tonterías, y intentamos ayudarles un poco, y después ya se les pasará, pero… mala suerte.»

Hirientes exposiciones como ésta, hablando en nombre de la Psicología, dan muestra de la falta sensibilidad y empatía por el sufrimiento ajeno que calzan muchos de estos planteamientos. Actitudes que van justamente en la dirección contraria de lo que los profesionales deberíamos sentir hacia las personas que depositan en nosotros su interioridad y confianza.

Si el psicólogo o el terapeuta del tipo que sea, pone más énfasis en analizar e interpretar que en escuchar, es que no tiene mucho interés en conocer la persona; podrá ofrecer algunos recursos o técnicas, pero no le ayudará a reconciliarse con quien realmente es. Si le dice lo que tiene que hacer y pensar es que desconfía de ella; la empequeñecerá y la hará dependiente, y no le ayudará a responsabilizarse de lo que siente. El buen profesional por lo tanto, ni está pendiente de analizar, ni tampoco de decir lo que se debe hacer, al contrario, legitima y dispone unas condiciones relacionales y comunicativas adecuadas para acompañar al paciente en lo que irá descubriendo y decidiendo.

PSICOLOGÍA POP: SUS ORÍGENES

Precedentes históricos de la actual Psicología popular

Las ideas que calan más rápidamente en la sociedad son las que encajan mejor con la mentalidad de cada momento histórico y cultural; la denominada Psicología popular es, en este sentido, la encargada de reunir las explicaciones y los consejos más extendidos y solicitados sobre nuestro comportamiento. En ella se entremezclan las creencias, el sentido común, las supersticiones y los consejos de moda para atender nuestros anhelos y sufrimientos.

La masiva difusión en los últimos tiempos de las temáticas psicológicas ha ayudado a muchos a abrirse a nuevos puntos de vista y formas de cuidarse; pero como pasa en tantos otros ámbitos de nuestra sociedad, estos planteamientos están dominados por las leyes comerciales de la oferta y la demanda, y atienden más a los deseos y las expectativas de los consumidores, que a sus verdaderas necesidades y problemáticas. Sus promesas y recetas por tanto, deben ser tomadas con cautela, puesto que los beneficios a menudo se ven superados por sus muchos y diversos perjuicios. Para ayudar a distinguir y comprender mejor el actual popurrí ideológico de la Psicología formal, voy a aproximarme a él desde una perspectiva histórica.

Herederos del antiguo sofismo

Hoy, como hace 2.400 años, siguen siendo válidas y reveladoras las palabras de Platón cuando decía que “la pobreza no viene dada por la disminución de las riquezas, sino por la multiplicación de los deseos”. Lo decía para denunciar a los sofistas atenienses que también promulgaban en esa época, que la verdadera fortaleza residía en satisfacer los propios deseos. Ayudaban, sin remilgos ni tapujos, a creer en aquello en lo que se deseaba creer, lo cual es ni más ni menos, el fermento de cualquier estado de locura.

Los sofistas se especializaron en dar respuestas de apariencia sencilla a problemáticas complejas y comunes. Afirmaban que las personas podían adquirir un dominio total sobre todas las áreas de sus vidas, si cambiaban su manera de pensar y tomaban las decisiones oportunas. Y ese control, y todo lo que a él asociamos, es algo que de manera más o menos confesa, todos deseamos. La mayoría de reduccionismos y supersticiones se injertan en este hecho. La actual Psicología Pop encarna los mismos principios que el sofismo de hace más de dos milenios, con el vestido, claro está, de nuestro tiempo.

Haré a continuación, una lectura histórica atendiendo a nuestra época contemporánea. Partiré de la conexión de la Psicología Pop con el movimiento contracultural “hippie” de finales de los sesenta; un antes y un después en la manera de entender y atender las inquietudes psicológicas y espirituales de muchas personas.

Movimiento hippie

A finales de los años 60 y principios de los 70, la insatisfacción de los jóvenes adoptó una lucha activa contra el acomodaticio aburguesamiento de las clases medias, y las rígidas jerarquías laborales, familiares y de clase. El “estado del bienestar” y sus valores consumistas fueron puestos en cuestión. Cuajó una revolución contestataria y antibelicista a favor de la tolerancia, los derechos y la libertad del individuo, que influyó decisivamente en el empoderamiento de las mujeres, el respeto a la diversidad étnica y sexual, el ecologismo y la aparición de nuevas corrientes artísticas. Una de las grandes búsquedas ante el vacío afectivo y existencial del época, se situó en el plano de la espiritualidad alternativa. Fue un momento de especial interés hacia las tradiciones orientales (el budismo, el hinduismo, la meditación…), el contacto con la naturaleza (naturismo, indigenismo, chamanismo…), la experimentación con los estados alterados de consciencia (enteógenos, psicotrópicos y otras drogas), así como la utilización de la expresión artística como vía de liberación. Se fusionaron tradiciones, ideas y prácticas con el intento de encontrar una vida personal y comunitaria afincada en la tolerancia y el amor. Una de sus mayores apuestas fue hallar una alternativa a las convencionales estructuras familiares a través de las comunidades o “comunas”; colectivos autorganizados y sin jerarquías, guiados por el intento de vivir en grupo conjugando el respeto y la libertad de sus individuos.

El movimiento hippie abrió las puertas a nuevas maneras de enfocar la búsqueda del bienestar. Sin embargo, aunque muchas de sus ideas calaron en la sociedad, su gran fracaso se situó en lo referente a este intento de vida comunitaria. Las ideas se mostraron insuficientes para sostener las nuevas formas de relación. La inmensa mayoría de comunidades se disgregaron y desaparecieron. El abismo entre los ideales de amor y armonía propuestos, y las realidades personales y relacionales, provocaron insalvables conflictos de convivencia. El desencanto hizo que muchos hippies pasaran a convertirse más tarde en lo que vino a denominarse como yuppies. Empresarios urbanitas regidos por valores individualistas y neoliberales, el triunfo y las ganancias. Una contradicción que puso en evidencia la falta de unas bases sólidas respecto a los valores previamente defendidos.

La absorción y la comercialización de las ideas, estética e iconografía hippie por parte de la sociedad, lo acabaron de superficializar y diluir. Su influencia sin embargo, fraguó los cimientos de lo que vendría a llamarse el movimiento “New Age” o “Nueva Era”.

New Age

La corriente “New Age” recogió el interés despertado por las temáticas existenciales y espirituales a lo largo de las décadas previas. Se caracterizaba por ser un movimiento muy heterogéneo y sincrético que buscaba la experimentación directa de “lo espiritual”; los estados de unificación y trascendencia; la paz, la armonía, el amor incondicional… Otorgaban un destacado valor a la vivencia subjetiva, la intuición y la exploración de otras dimensiones de la existencia. Una búsqueda cada vez más centrada en “el viaje espiritual personal” y más alejada de las causas sociales y la creación de nuevas formas de vida comunitaria.

Crecimiento Personal

A partir de los años 80 y 90, los etéricos planteamientos fenomenológicos de la Nueva Era viraron hacia objetivos más terrenales, y buscaron una mayor fundamentación racional y metodológica. Incorporaron aportaciones de diferentes corrientes de la Psicología formal, la psicoanálitica, la humanista o la cognitivo-conductual. Estos nuevos recursos prácticos y teóricos se reinterpretaron en pos del “bienestar personal” y un heterogéneo sentido de la espiritualidad, el desarrollo, el crecimiento o la evolución. Sus ecos llegan hasta hoy día.

Aunque se trató y trata de un movimiento muy dispar, con importantes diferencias entre ellas, podemos identificar ciertos aspectos comunes. Sincretismo: Se entremezcla la psicología, la filosofía, la espiritualidad, el esoterismo y la ciencia. Desarrollo de potencialidades: El ser humano posee unas capacidades y unos potenciales que ha de descubrir y desarrollar. Autotransformación: La felicidad pasa por la capacidad de cada uno para “reprogramarse” y cambiarse a sí mismo. Una visión centrada en el logro individual y el autoperfeccionamiento, y no tanto en la calidad de la relación con uno mismo, con los demás o con el entorno.

La actual Psicología Pop

En las últimas décadas se ha seguido apuntalando la idea de la autotransformación, con dos grandes bazas como motor de cambio: el empleo de la automotivación y el de un pensamiento “correcto y positivo”. La aspiración se sitúa en la consecución de la felicidad y el control de la propia vida. Los anhelos espirituales y comunitarios de épocas anteriores están siendo substituidos por un sentido de la calidad de vida cada vez más terrenal, relacionado con el hedonismo, el éxito, la estética y la salud. Un “healthy life style”, donde los estados malestar son considerados como una anomalía, y la felicidad un estado imperativo. Virtudes como la verdad o la ética por su parte, han sido engullidas por la dinámica consumista, dando paso a la Era de la Posverdad; un relativismo intelectual y moral en el que se aceptan las reinterpretaciones a medida de la realidad y la verdad. Cuestiones de suma importancia ética se llevan a “una cuestión de opiniones, donde cada uno cree lo que quiere… y le conviene”. La verdad desde aquí no atiende tanto a los hechos, como a los deseos del consumidor. La Psicología Pop actual es un aparte activa de este tipo de desvaríos y populismos.

El impacto de los medios e Internet

Los contenidos de Psicología sufren el mismo impacto que muchos otros en el actual contexto de los medios e Internet. Youtubers, instagramers, blogueros, influencers… todo el mundo se atreve a publicar contenido sobre temáticas psicológicas. Su alcance no lo dictan sus acreditaciones ni su rigor informativo, sino el carisma y buen uso de los recursos comunicativos y de impacto emocional. Para fidelizar, además, deben publicar con mucha asiduidad y eso acostumbra a puerilizar aún más los contenidos ofrecidos. La perversa y autoconvergente mercadotécnia algorítmica acaba entronizándolos. Y es en este escenario donde los contenidos propios de la Psicología también han acabado mordiendo el polvo, dejando a la gente confundida entre estos batidos de frivolidad, y lo que los profesionales serios tenemos realmente a aportar. No es que no existan buenos contenidos, es que en esta saturación de información los árboles no nos dejan ver el bosque.

Psicología Pop y consumismo

La Psicología popular y la dinámica consumista van de la mano. La ensayista y activista Barbara Ehrenreich, expone en su libro “Sonríe o muere” (Editorial Turner, 2011), que la ideología calvinista protestante, basada en el trabajo incansable y a la acumulación de riquezas como vía de redención, fue adoptada con los brazos abiertos en el segundo capitalismo o capitalismo de la sociedad de consumo. En este se fomentó la aspiración que “desear todo tipo de cosas, durante todo el tiempo”, no solo es lícita, sino que puede lograrse deseándolo con fuerza y haciendo el esfuerzo físico y mental adecuado. El optimismo se fue así introduciendo como una especie de obligada disciplina moderna, adherida a la economía de mercado. La autoimposición de este pensamiento positivo cumple así mismo, y según ella, una función de regulación del sistema, atajando el alzamiento frente a las injusticias sociales de los poderosos. La lógica es la siguiente: El pensamiento positivo y su “fuerza de atracción” hará que consigas tus metas, y te protegerá de los problemas (económicos, salud, afectivos…). Si no lo logras es porque no lo has hecho correctamente o no has puesto suficiente empeño. Es decir, es culpa tuya, y debes revisar en que estás tú fallando. Los abusos, las injusticias y los desequilibrios sociales quedan por tanto, descartadas de las causas y las soluciones; y mientras tanto… los oligarcas, eximidos de toda responsabilidad, pueden continuar exprimiendo al conjunto de la población. Las propuestas modernas para aumentar el rendimiento y la productividad de empleados mediante técnicas motivacionales y de coaching alimentan, según la autora, esta perversa y enmascarada dinámica. Desde mi punto de vista, planteamiento de Ehrenreich aporta un punto de vista ciertamente interesante, aunque advertiría, a su vez, de su clásica y sesgada narrativa marxista, que demoniza al tejido empresarial, y deja al margen a la caterva estatista y sus políticos, burocrátas, planificadores y extensas redes clientelares. Desde mi punto de vista, esta dinámica general no se implanta en la sociedad a través de los empleadores, tampoco por el capitalismo en sí mismo, sino, sí acaso, por el pastiche del Poder y el Estado y sus concomitantes monopolios pactados (y nuestras inconfesas ganas de ser seducidos con cantos de sirena, claro). Una forma de funcionamiento estructural a la que le conviene, y mucho, esa lectura infantilista, que nos aleja de un sentido sólido de la autonomía, y nos hace deambular entre el polo de la hiperresonsabilización y el de la desresponsabilización. Como decía el físico y historiador Gerald Holton, “la anticiencia puede ser, en sí misma, un opio de cierta inocuidad para pueblo, pero cuando se une al poder político, puede convertirse en una bomba a punto de explotar”.

La evolución de la Psicología formal

Como en pasa en cualquier gremio, siempre hay profesionales que no están a la altura de su responsabilidad, y desgraciadamente, ciertos psicólogos y psicólogas fomentan las mismas insubstancialidades de la Psicología Pop (para saber distinguirlos recomiendo el artículo “Psicología Pop: Divergencias. Diferencias fundamentales con la Psicología formal“).

Estar titulado no garantiza per se un buen servicio. Desde mi punto de vista, en este campo, al margen de la capacitación técnica, uno de los aspectos más importantes es haber recibido o estar recibiendo un proceso psicoterapéutico consistente y comprometido, porque de lo contrario tenderemos a negar y juzgar a nuestros pacientes cada vez que muestren aquello que desconocemos o inconscientemente rechazamos en nosotros. En este sentido aconsejo que antes de ponerse en manos de un psicoterapeuta, consideremos la posibilidad de preguntarle qué clase de terapia personal ha recibido, durante cuánto tiempo y con quién.

Negligencias aparte, lo cierto es que la mayoría de las corrientes de Psicología estamos madurando nuestras teorías y prácticas hacia una comprensión más sistémica e integradora, otorgando un mayor protagonismo a la dimensión relacional y la autonomía personal y social de los pacientes. El servicio que ofrecemos tiene una visión cada vez más global y respetuosa del ser humano, y eso es un importante motivo de satisfacción.

Rápido, fácil, gratis. El “furor curandis” nos invade, pero las virtudes humanas no pueden florecer al ritmo de los mercados. Los procesos terapéuticos, al igual que el desarrollo de las criaturas, si son forzados conllevan siempre consecuencias negativas. Necesitamos sentir que el tiempo corre sin prisa y que quien nos asiste, nos acompaña tranquila y gustosamente. Los procesos de transformación requieren tiempo. Un tiempo un tiempo para conocer y vincularse con el terapeuta, un tiempo para conocerse a uno mismo; un tiempo para sentir qué nos sucede, cómo nos sucede y por qué; para descubrir las propias mentiras, los propios intereses, los propios valores y la propia ética. Un tiempo para expresarse, expandirse, relacionarse, para encontrar la dirección, equivocarse, caery volverlo a intentar, otra vez.

PSICOLOGÍA POP: DIVERGENCIAS

Diferencias fundamentales con la Psicología formal

El ámbito de la Psicología, al igual que tantos otros, también está afectado por las leyes del mercado. Los consumidores queremos productos y soluciones estimulantes, efectivas, rápidas y a ser posible, gratis. En la actualidad existe un auge exponencial en las ofertas y de forma correlativa, un empobrecimiento de las mismas. Una urgencia interventiva se ha instalado en la ayuda psicoterapéutica.

El siguiente documento tiene como objetivo ayudar a distinguir la Psicología Pop, la actual Psicología popular, de la Psicología formal. Sus direcciones de trabajo son diferentes y a menudo, opuestas. Realizar esta distinción no es tarea sencilla para el común de la población; la enorme y variopinta cantidad propuestas lo complican.

Para no acabar comiendo gato en vez de liebre, quiero explicitar a continuación las diferencias fundamentales entre las dos corrientes.

Función de la Psicología

Para ayudar a distinguir ambos planteamientos, opino necesario explicitar la función propia de la Psicología; con independencia de la corriente teórica que se siga, personalmente la resumiría del siguiente modo: Un acompañamiento respetuoso y fundamentado, para mejorar la salud mental y la calidad de vida de las personas, que facilite la sociabilización y la consolidación de la autonomía.

Veamos las diferencias con respecto a la Psicología Pop a partir de cada una de estas funciones.

Acompañamiento respetuoso: Respeto proviene del latín respicere, y su significado es “mirar”. El objetivo de la Psicología es ante todo, el de conocer a la persona y ayudarla conocerse como es. Y partiendo de ese interés ofrecerle otras opciones y registros de dialogo y relación consigo mismo y con los demás.

En la Psicología Pop, el conocimiento de la persona es solo un medio para lograr ciertos ideales, y para conseguirlos deben cumplirse determinados preceptos de carácter generalista. Esa concepción utilitarista centrada en el objetivo, y no en la persona, hace, por ende, que su manera de proceder, por más que sea bienintencionada, no pueda considerarse como respetuosa.

Fundamentado: Para que un tratamiento sea fundamentado debe existir una teoría o argumentario con coherencia interna que sustente sus prácticas. En el campo de la Psicología existen varias corrientes con sus respectivos marcos teóricos y prácticos. Las ideologías de la Psicología Pop, sin embargo, no atienden a este principio de coherencia interna. Se nutren de las modas, y de todo aquello que determinan, puede ayudarles a conseguir el bienestar o la felicidad (tal como cada uno de ellos las entienda). Eso les lleva a menudo, a prescindir de todo rigor metodológico; a tergiversar conceptos científicos, espirituales, esotéricos o psicológicos, creando, las más de las veces, un mejunje de insubstancialidades, contradicciones y disparates; algo que se pone de especial evidencia cuando llega el momento de ponerlas en práctica.

Mejorar la salud mental: Según La Organización Mundial de la Salud, la salud mental está relacionada con la promoción del bienestar, la prevención de trastornos mentales y el tratamiento y rehabilitación de las personas afectadas por dichos trastornos. Es decir, por la la prevención y la atención de la psicopatología por un lado, y por el fomento del bienestar psíquico por otro. El concepto de bienestar o “estar bien”, tiene múltiples lecturas y explicitar el significado que le damos es de suma importancia. El objeto de la Psicología es el de ayudar a integrar los diferentes aspectos de Ser, y en este sentido, el “bienestar” no apunta a la búsqueda de un determinado tipo de experiencias mentales, físicas o emocionales, sino a un estado de integración y aceptación; al establecimiento de un diálogo respetuoso con y a través de lo que estamos sintiendo.

En la Psicología Pop por contra, el “bienestar” se busca en la erradicación de determinadas experiencias consideradas negativas (asociadas a los estados desagradables), y la búsqueda de estados positivos (asociados a los estados agradables). Las psicopatologías por otra parte, son abordadadas con mala, poca o nula comprensión, y por lo general, tratadas con las mismas teorías y herramientas empleadas para el resto de inquietudes o problemáticas. Esa falta de comprensión y distinción de la psicopatología es fuente de frecuentes imprudencias y negligencias.

Mejorar la calidad de vida: La Psicología también tiene la función de ayudar a mejorar de la calidad de vida en sus múltiples dimensiones (física, personal y social). Calidad proviene del latín qualitas, cualidad, que remite a atributos propios e inherentes a algo. Mejorar la calidad de vida humana, implica por tanto y ante todo, valorar el hecho mismo de estar vivo y ser persona. Tomar este valor como eje dignificante desde donde encarar el resto de propósitos, es algo que sin duda, suscribirían también desde la Psicología Popular, pero sobre el terreno, éstos se implantan justamente en el lado opuesto, el del rechazo y la negación a lo-que-es. Lo delata su constante reprobación contra todas aquellas personas, experiencias y sentimientos que no se ajustan a sus ideales y cánones sobre la plenitud. Su poética de la aceptación incondicional se desvanece en cuanto asoma aquello que consideran “negativo” o enemigo del “bienestar”.

Sociabilización: Dado que todos participamos de una comunidad, los procesos psicoterapéuticos también han de transmitir a las personas una perspectiva social que les permita atender los límites y las frustraciones propias de la vida en sociedad, así como el establecimiento de puentes de comunicación, convivencia y cooperación.

La Psicología Pop, tras sus ideales metafísicos y universalistas, refuerzan la autoafirmación y el individualismo, creando guetos de autoarrogadas superioridades morales, intelectuales o espirituales. Llevan a sentirse especiales, que no diferentes. Los procesos de sociabilización quedan por ende, truncados, perjudicando entre otras cosas, el despliegue y la expansión de la dimensión relacional, afectiva, sexual y comunitaria.

Consolidación de la autonomía: Toda ayuda psicológica ha de reforzar la libertad de las personas para decidir y organizarse conforme a su sentir y su ética, adaptándose a su realidad personal y social. El concepto autonomía proviene de auto, «uno mismo» y nomos «norma», y aplicado al campo de la Psicología se refiere a la capacidad para gobernarse a uno mismo, decidiendo de manera independiente, dentro de una interrelación respetuosa y colaborativa con los demás. La consolidación de la autonomía es un aspecto imprescindible para sentir la libertad y la dignidad.

La Psicología Pop, contrariamente a ello, fomenta la autarquía; esto es, a la pretensión de valerse por uno mismo sin ser afectado, ni necesitar nada de nadie. Su pretensión es la de crear una especie de burbuja de invulnerabilidad e impermeabilidad, desde donde no ser afectado por lo que los demás digan o hagan; éste suele ser, de hecho, su gran caballo de batalla (“si dejamos terribilizar y darle importancia a lo que los demás nos dicen o hacen, nada puede afectarnos”). Sus directrices fomentan la insensibilización y la indolencia, impidendo el establecimiento de una autonomía sólida, capaz de adaptarse y responder de forma íntegra al medio; conducen a la desconexión disociativa y por ende, a la hiperdependencia.

Me ha parecido apropiado añadir dentro de este artículo, unos apuntes deontológicos que creo que también pueden ayudar a la distinción, en este caso de la ética profesional, entre la Psicología y la Psicología Pop.

Incumplimiento del Código Deontológico

El ejercicio de la Psicología, independientemente de su múltiples corrientes y enfoques, debe atender a un código deontológico. Por la relevancia con el tema tratado, quiero destacar los siguientes artículos:

Artículo 5: el psicólogo está obligado a respetar los principios comunes a toda deontología profesional: el respeto a la persona, la protección de los derechos humanos, el sentido de la responsabilidad, la honestidad, la sinceridad con los clientes, la prudencia en la aplicación de los instrumentos y de las técnicas, la competencia profesional y la solidez de la fundamentación científica de sus actividades profesionales. Artículo 6: El psicólogo tiene que ser sumamente cauteloso, prudente y crítico en su intervención profesional con respecto a nociones y términos que fácilmente pueden degenerar en etiquetas devaluadoras y discriminatorias. Artículo 7: El psicólogo no puede utilizar su posición en la relación profesional como situación de poder o superioridad en beneficio propio o de terceros. Artículo 12: El profesional de la psicología tiene que asegurarse de que su estado emocional, mental y físico no afecta a su capacidad para proporcionar un servicio psicológico competente y, si no es así, tiene que buscar asesoramiento profesional. Artículo 31: El psicólogo tiene que tener un cuidado especial de no crear ni mantener falsas expectativas que posteriormente sea incapaz de realizar profesionalmente.

No me extenderé en desarrollar lo expuesto, porque creo que cualquier lector, por poco avezado que esté en el tema, se habrá dado cuenta que todos estos puntos brillan por su ausencia en el ejercicio de muchas de estas corrientes.

Conclusiones

Por lo general entendemos que en la práctica de cualquier profesión hay muchas cuestiones y matices a tener en cuenta; cuestiones que a menudo van más allá del sentido común y que requieren de una experiencia y capacitación ¿De qué servirían sino las especializaciones y las disciplinas académicas? En el ámbito de la Psicología, sin embargo, ésto parece no tenerse tan claro.

Muchas propuestas de la Psicología Pop saben camuflarse entre las sombras del desconocimiento, arrogándose potestades que no tienen. Lo fundamental para ellos es cautivar a través de una retórica apetecible; tentar con recetas milagrosas que prometen conseguir todo lo que uno se proponga. Siguen la idea de que un clavo saca a otro clavo y que querer es poder. Son los que podríamos llamar, maestros de la ambición y la huida hacia adelante.

¿Actúan estos autores de modo premeditado? Pues depende del caso, aunque desde mi punto de vista, la mayoría son presas de su propia miopía.

La definición que he expuesto sobre la función de la Psicología, y que ha servido como referencia de el presente artículo, opino que puede servir también como orientación a los potenciales pacientes a la hora de pedir ayuda, y también para que los profesionales, independientemente de su corriente teórica, revisen si cumplen con los cometido esenciales; y para que, en caso necesario, se reciclen o reformulen su ofrecimiento profesional. Si nosotros no atendemos estos mínimos exigibles, no podemos aspirar a una dignificación de nuestra profesión. Ciertamente, esta no es una tarea sencilla, nos confronta cada día, con cada paciente. Nuestra profesión es un puntal este proceso colectivo y evolutivo de humanización, y nuestra responsabilidad debe estar a la altura.

Pablo Palmero Salinas · Psicólogo colegiado 14546

Pablo Palmero es psicólogo General Sanitario y divulgador. Tiene más de dos décadas de experiencia clínica y ha escrito varios ensayos sobre su campo de estudio. En el último de sus libros, “Crecimiento Interpersonal. Más allá del Crecimiento Personal”, explora y reflexiona sobre la situación actual en el campo de la Psicología, desmontando mitos y extralimitaciones, y ofreciendo comprensiones para orientarse en el actual maremágnum ofertas milagrosas.